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Vivir bajo un techo prestado



Les voy a contar una historia triste.
Manuel San Basilio Vic y su madre, Catalina Vic Pons, viven en algo peor que en una caseta de aperos, en pleno campo, helándose por las noches -en verano, seguramente, achicharrándose- y anegándose cuando llueve, pues el techo es de uralita y los alrededores de la vivienda (?) son de tierra pura. Y lo peor, es que se temen que van a tener que vivir durante mucho tiempos así, de no ser que se produzca un milagro.
Y lo curioso es que hasta hace un año no había problemas. El trabajaba como chófer con contrato de relevo y habían comprado un piso en Palma, que estaban pagando. Pero un mal dia no le renovaron el contrato, estalló la crisis, que además los atrapó, y... Bueno, pues que ahí los tienen.
"Como me quedé sin trabajo y sin dinero, solo con la pequeña pensión de mi madre, 332 euros al mes, para hacer frente a la hipoteca de 662 euros mensuales, si no perdíamos el piso, tuve que alquilarlo por 500 euros. Como no alcanzaba para pagarlo, tuve que pedir un crédito de 3000 euros al banco, a empezar a devolver dentro de dos años; crédito que me va abonando a plazos, a razón de 292 euros, con lo cual sí llego, sobrándome, encima, cien euros, que con los 332 de mi madre nos quedan 432. Como ve -señala al Seat Ibiza-, tengo un viejo coche, que apenas utilizo pues el seguro ha caducado y no he podido pasar a revisión."
Así, con ese bagaje, y a la espera del milagro, madre e hijo viven bajo ese chamizo, durmiendo sin ninguna intimidad sobre dos colchones que reposan sobre el suelo. Observo que tiene un pequeño camping-gas, "con el que calentamos la cena, ya que comer lo hacemos en el centro de la Tercera Edad de ses Selines. Caritas y Servicios sociales nos echan una mano. Poco, pero menos es nada".
El se lava en el polideportivo, "y una hermana mía se pasa por aquí un dia a la semana, se lleva a mi madre para que se asee, y la devuelve por la noche". Imaginamos que el resto de necesidades higiénicas y biológicas las deben de hacer en el servicio del centro de Tercera Edad a donde van a almorzar.
Siguiendo con la casa -una sola habitación (?)-, observo que sobre la mesa hay los restos de un espejo, donde seguramente se miran para peinarse -que no para otra cosas pues por lo que hay que ver-, una cajita con las pastillas que se toma ella clasificadas en compartimentos de mañana, tarde y noche, y un libro, "La batalla del Ebro", que lee él por las tardes. Y pocas cosas más. Bueno, sí, garrafas de agua, bolsas, seguramente conteniendo ropa un pequeño lebrillo de plástico con algo de agua sobre la que flota una esponja... Y en la parte exterior, restos de una hoguera, "con la que nos calentamos por las noches" y dos polluelos dentro de una pequeña jaula "que me encontré en el campo y ahí están por si alguien los reclama. Y a poco de instalarse en ese lugar, que les ha cedido un amigo, se encontraron con ratas gordas y alguna que otra culebra, "que con nuestra presencia hemos logrado ahuyentar, aunque a lo mejor siguen por ahí"
Manuel ya no sabe donde recurrir para encontrara un trabajo. Ala donde voy, dejo curriculum, en el ayuntamiento están cansado de verme, me dicen que tenga paciencia, pero pasan los días...Vamos a ver si ahora, con motivo de las fiestas, hay suerte"
Está claro que ni él, ni ella, podían imaginar que en tan poco tiempo su situación llegara hasta este extremo. Y lo mas seguro, si no encuentra trabajo "en lo que sea " -recalca Manuel- es que puede empeorar.
Así que si alguien tiene algo que ofrecerle, llámenle a esta número de teléfono.

Comment (1)

Pues el poema me ha gustado mucho, díselo Pedro. Y que sigan buscando el camino hacia un futuro mejor, seguro que con tesón lo consiguen! :)

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