Las otras misiones de Junípero Serra

Si hablan con alguien de Sierra Gorda, y más si es persona ilustrada, le dirá que Fray Junípero Serra y sus once compañeros, estableciéndose en este lugar y fundado las cinco misiones, dieron un aire nuevo a quienes vivían en él, en su totalidad indios. Y no solo eso, sino que, alrededor de las iglesias que levantaron, y que hoy se conservan perfectamente, se crearon núcleos de población que con el paso de los años se han convertido en ciudades y pueblos completamente organizados. Basta, si no, con pasearse por Jalpan de Serra, Concá, Lada, Tilaco y Tancoyol, las cinco misiones fundadas por el beato mallorquín en puntos estratégicos de las montañas, hoy de fácil acceso por carretera, tanto que se pueden visitar todas en un día y medio. Porque lo peor es llegar desde Querétaro hasta estas cumbres, entre un gran océano de montañas, sorteando miles de curvas -algunas muy cerradas; algunas bordeando el precipicio - a lo largo de más de cien kilómetros. Aunque, para animarse, piensen que más tardaron Junípero y sus monjes saliendo desde el convento de San Fernando, en la capital queretana: 16 días, ¡a pie! Y él cojeando.
Si la de Jalpán la construyó físicamente Fray Junípero Serra, las otras, aunque bajo su dirección y asesoramiento, fueron edificadas por Fray Antonio de Murguía (Concá), Fray Joan Crespí (Tilaco), Fray Juan Ramos de Lora (Tancoyol) y Fray Miguel de Campa (Landa), franciscanos que llegaron con él a México, desde Cádiz, a través de Canarias, Puerto Rico y Veracruz, sin duda un largo y penoso viaje por mar; frailes que estaban a sus órdenes.
De las iglesias llaman la atención el muro que las rodea, y, sobre todo, sus fachadas, cubiertas por una rejilla con el fin de que las palomas no la ensucien con sus defecaciones. Las cinco son de color un tanto rojizo provocado por la sangre de toro con que las blanquearon. En ellas sobresalen las figuras de santos, y en algunas, como la de Jalpán, el escudo de la orden franciscana, símbolo del triunfo de la fe sobre la idolatría que profesaban los indios.
Delante de las fachadas hay una cruz, ante la cual, al principio, se celebraba la misa.
Como era Cuaresma, las imágenes de estas iglesias estaban cubiertas con lienzos morados; incluso lo estaban los retratos de Fray Junípero, en cuya parte inferior se conservan reliquias suyas. Son templos en los que la austeridad está presente. Incluso en el de Jalpan, posiblemente el más emblemático de todos.
En la misión de Tilaco, con cuatro sirenas sonrientes en su fachada –sin que nadie sepa su significado-, y que tuvo en el padre Miracle a uno de los grandes continuadores de la obra de Serra –Miracle, que falleció no hace mucho, fue enterrado en el suelo del templo, delante de su confesonario-, encontramos a un grupo de norteamericano atendidos por Miguel Fernández, uno del lugar; un tipo singular, sin duda; un tipo de esos que de pronto aparece y que lo sabe todo y que está dispuesto a echarte las manos que sean. Pues bien, los americanos –y Miguel, por supuesto que también- sabían quien es Junípero. “En California levantó ocho misiones -comentó una de las mujeres –, hoy ocho grandes ciudades. Y lo hizo tras haber levantado otras cinco aquí. Nosotros hemos viajado desde Los Ángeles para conocerlas”. Y añadió: “No olvide que el padre Serra es un no norteamericano cuya imagen está en el Capitolio junto a la de los grandes hombres de Estados Unidos”.
Volviendo a las iglesias, la primera en construirse fue la de Jalpán (1751-1758), mientras que la más pequeña es la de Concá (1754-1758). ¿Estilo? Barroco mexicano, aunque ésta puede que se diferencia de las demás por la tosquedad de las figuras de su fachada, porque en ella aparece la Santísima Trinidad, y por el Cristo que está en la entrada. Impresionante.
Si alguna vez viajan a México, prográmense una excursión a las misiones franciscanas. Entre otras cosas apreciarán la gran obra del fraile de Petra, el fraile de la pata coja –como le llamaban los indígenas-, y el reconocimiento que allí se le tiene.