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Nombres de Balears en Querétaro



Querétaro, una de las principales ciudades de México, capital del estado del mismo nombre, está hermanada con Palma de Mallorca desde el 10 de octubre de1977, siendo gobernador de dicho estado Antonio Calzada, quien, además, y con la misma fecha, cambio el nombre de Jalpán de Santiago por el de Jalpán de Serra, en honor a Fray Junípero Serra fundador de las cinco misiones franciscanas de Sierra Gorda, territorio perteneciente a Querétaro. (A la de Jalpan de Serra la fundó él directamente; las otras cuatro, Cancá, Tancoyol, Tilaco y Landa, las fundaron otros frailes que llegaron con él, pero bajo su dirección.)
Por todo ello, en Querétaro, sobre todo en su zona histórica, y también en una de las más residenciales que tiene esta ciudad, y que se encuentra junto al Acueducto, donde cinco de sus calles llevan los nombres de Islas Baleares, Palma de Mallorca, Menorca, Ibiza y Fran Junípero Serra, conocen, o cuando menos han oído hablar de la obra evangelizadora del beato de Petra –y probablemente también de nuestras islas- dado que antes de viajar a Sierra Gorda permaneció durante algún tiempo en el convento de la Santa Cruz de los Milagros, de dicha ciudad, en el que otro franciscano mallorquín, d’ Arta, Fray Llinás, alrededor de cien años antes, había fundado el “Colegio Apostólico para la propaganda de la Fe”, donde se formaron muchos misioneros siguiendo sus métodos que tan bien supo aplicar nuestro paisano un siglo después. En dicho convento, tanto Fray Junípero Serra como Fray Llinás, tienen estatuas, el primero en la calle, frente a la fachada de la iglesia, y el segundo, en un patio interior.
Las calles con nombres de les Illes y de Fray Junípero Serra no se encuentran muy lejos del citado templo de San Fernando, tanto que se puede ir a pie sin grandes agobios, salvo los que se derivan de la canícula queretana. El referente para no perderse es el Acueducto. Una vez en él, pregunten, que cualquiera le orientará.
Son calles no muy largas, y todas ellas con suelo enladrillado y aceras con árboles. A ambos lados, se alinean casas de una planta y chalés , alguno, incluso, con jardín, que denotan el alto nivel de las personas que viven en ellos.
En ninguna de estas calles vimos bares -el más próximo es un Starboock, situado a unos doscientos metros-, comercios o cualquier establecimiento que pueda alterar la tranquilidad y, en ocasiones, el silencio que reina en el lugar, solo roto de tarde en tarde por el ronroneo de algún coche que pasa por allí o que aparca frente a alguna de las viviendas. Y salvo dos o tres solares que quedan vacíos, todo está construido.
¿Algún mallorquín, o descendiente, en la zona? Por lo que pudimos saber, ninguno. “Aquí enfrente –señalan unos jóvenes que acaban de salir de una de las viviendas- vivía un español, de Valencia, pero recién se mudó. Que nosotros sepamos, aquí solo viven mexicano”

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