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Padre Meliá, defensor de los guaranís



     El padre Bartomeu Meliá, jesuita, vive en Asunción  desde  hace 54 años. Llegó de novicio, yunque cuando puede va su Porreres del alma, el pueblo mallorquín que lo vio nacer, hace cuentas morir y ser enterrado en Paraguay.

     Ha entregado gran parte de su vida a la causa Guariní,  alineándose en el bando de estos desde el primer instante y defendiéndolos hasta las últimas consecuencias, costándole por ello la expulsión de país por orden del dictador Stroneser.

     A la sombra de uno de los árboles que crecen alrededor de la casa que la Orden tiene en la calle Mario Prieto,  de Asunción, el padre Meliá echa la vista atrás, recordando su llegada a Paraguay, “en barco; en barco desde Barcelona a Buenos Aires, y de ahí, también en barco, pero navegando por el río Paraguay, hasta Asunción”, donde a poco de instalarse, junto con otros novicios, asistió  a las clases de guarani que impartía el ibicenco, de Santa Eulalia, padre Antonio Guasch. Reconoce que ahora habla muy bien esta lengua, “aunque sin el acento que tienen ellos”

      En 1969, ya sacerdote “y doctorado”,  comienza a trabajar con los indios “y a la vez, doy clases en la Universidad”. Va hasta donde viven estos en autobús, y a veces regresa a Asunción – 200 kilómetros- a pie, o como puede. “Y como puedo, alterno este trabajo con el de profesor en la Universidad. Era más joven, pesaba 30 kilos menos  y podía…”

       Por entonces trabaja con cuatro tribus guaranis, la Mbya, Ava-Guarani, Pai-Tavytera y Aché-Guayaky, “esta, posiblemente, la más primitiva.  ¿Qué hacíamos allí, entre los guaranis…? Pues una vez allí, y viendo los problemas que tenían, me uní al proyecto de un austriaco basado en cuatro principios: tierra (en cuanto a la posesión de la tierra y los derechos sobre ella) , salud, educación y agricultura (siembra, cultivos, recogida, regadío, etc). Eran tiempos en que estas tribus vivían muy aisladas y no poseían propiedades. Desarrollando este proyecto conseguimos que el gobierno les diera  alrededor de 30000 hectáreas gratis. No estuvo mal, aunque los Aché-Guayaky seguían con problemas. ¿Por qué? Eran, como he dicho, los más primitivos: vivían desnudos, eran nómadas, no tenían contactos con la civilización y cuando se les agarraba se les mataba llevándose a los niños para venderlos como esclavos. Con el paso de los años, el problema, pese a que en según que aspectos ha ido resolviéndose, sigue ahí. Ahora se ha hecho cargo de él el Ministerio de Cultura, pero me temo que el caballo sigue desbocado”

       Por ello, uniendo esfuerzos con otros antropólogos extranjeros, con cuyo apoyo contó desde el primer momento, el padre Meliá, tras haber sido nombrado secretario ejecutivo de la Conferencia Episcopal Paraguaya, departamento de Misiones, y contando con el beneplácito de su Obispo, inició una serie de denuncias, entre otras, con la publicación de dos libros, “Los Aché del Paraguay: difusión de un Genocidio” del que escribió uno de sus capítulos, “De los pueblos indígenas del Paraguay y violación de derechos humanos  1959-2003”,  y “La agonía de los Aché Guayaky: historias y cantos”, cuya autoría compartió con Luigi Miraglia y  Mark y Christine  Münzel,  y que tuvieron una gran repercusión, “sobre todo cuando se tradujeron al inglés, que fue cuando se hizo eco la prensa internacional… Recuerdo que el Newsweek y The Times escribieron sobre este asunto;  que incluso en tiempos de Carter llegó al congreso norteamericano, lo cual enojó muchísimo a Stroesner  que tomó la decisión  de expulsarme del país por 13 años. Me marché a Roma, trabajé en la biblioteca del Vaticano y un buen día  me invitaron a dar un seminario en la Universidad de Sao Paulo, lo que supuso poder conocer la existencia de la tribu de los  Enawenw Nawe, que vivían en la selva en el más estricto estado primitivo. Tres años después (1977) fui allí, a vivir con ellos: en sus casas, desnudo, tan solo tapado por un  estuche peneano –así es como denominan a esa especie de diminuto taparrabos los antropólogos-, comiendo lo que ellos y con  mi cuerpo completamente pintado, como el de ellos; era, ya digo, uno más en aquella sociedad, y como tal, me habían asignado un  padre, una madre, unos hijos, unos nietos…¡hasta biznietos! Estaba conmigo, y en mis misma condiciones, otro hermano , Vicente Cañas, a quien los hacendados de la zona asesinaron….”

      En 1988 cayó Stroesner “ por lo que yo pude regresar a Paraguay. Recuerdo que cuando fue nombrado el nuevo presidente, desde aquí pude escuchar su discurso”

      En la actualidad, el padre Meliá, sin perder de vista la causa guaraní,  está escribiendo la biografía de Vicente Cañas, “para lo que hago uso de su diario y del mío, escritos en aquellos años de convivencia con los  Enawene Nawe” .

      Este hombre, nacido en Porreres, pero que quiere ser enterrado aquí, en Paraguay, reconoce que “todo lo que sé me lo han enseñado los indios”, y que para aprender “hay que estar allí, donde se producen los hechos y hablar con la gente que los vive o que los ha vivido; hay que saber escuchar, sentándose a su lado; e incluso, si llega el momento, hay que saber hacer hasta el ridículo...”

     Cuando le digo que en este país están de sobras reconocidos sus trabajos por la causa india, se limita a decir  que ha hecho lo que debía. “Yo soy un simple linguista indígena”. 

      Digo yo que eso puede que sea lo que rece su tarjeta de visita, pero él sabe que su vida,  aquí, es y ha sido mucho más que eso; una vida, que por su intensidad, valores, hechos, vivencias, experiencias, conocimientos, aportaciones, etc.,  es  imposible de contar en una página de diario, como mucho resumirla.

Comment (1)

Hola! soy periodista argentina y me gustaría hacerle una entrevista al Padre Meliá, como puedo contactarlo?, desde ya agradezco el contacto, muy buena la pagina. Dejo un mail hismaclaen@gmail.com

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